17 diciembre 2009
A este paso, experta en terremotos
15 diciembre 2009
Magosto en Balboa
Pallozas en Balouta, región de los Ancares (León).
Palloza de O Cebreiro (Lugo). Actualmente utilizadas para refugio de los peregrinos camino de Santiago de Compostela.
Interior de una palloza-museo en (creo recordar) Piornedo (Lugo).
En cuanto a la fiesta, el plan era que grupos de música celta de distinta procedencia se turnarían en conciertos desde las 8 de la tarde hasta las 2 de la mañana. Pues bien, el primer día llegamos a Balboa sobre las 9:30 de la noche y aquello estaba… pelín muerto. Había gente, sí, pero nada que hiciera suponer que aquello era una fiesta. Grupitos de amigos tomando cañas por un lado, gente cenando en las mesas de
Cuando llegamos allí nos encontramos con un hórreo de madera (no como los de Galicia que son de piedra) y una palloza aún más grande que la anterior, pero con todavía menos gente.
Después de tomarnos algo allí y teniendo una bola de castañas en el estómago, le pregunté a la camarera por la dichosa fiesta:
- ¡Ah, pues es que yo también soy nueva aquí! Pero mi jefe me ha dicho que se animará esto sobre las 2 de la mañana…
Ahí iba a estar yo esperando hasta las tantas a que unos tíos terminaran de enchufar cables y que la gente quisiera llegar a llenar la palloza (sobre todo con el cansancio de haber estado todo el día visitando León y Ponferrada). Nos volvimos a bajar a
Al llegar de nuevo a la primera palloza nos dimos cuenta de que algo había cambiado. ¡Había música en directo! Nos hicimos con otra bebida y un par de sillas y ya estábamos listas para disfrutar del espectáculo. Pero el espectáculo fue ver a unos cuantos tiarrones vestidos con chalecos hechos de peluche, falditas y las canillas al aire porque lo que fue el concierto duró bastante poco: Tres o cuatro canciones a base de gaitas y panderetas y unos cuantos espectadores ansiosos de fiesta bailando y pegando brincos y se acabó.
Parece ser que en unos minutos iba a tocar otro grupo pero mi amiga y yo decidimos que ya era hora de irse a la camita. La fiesta nos había decepcionado.
08 diciembre 2009
De puente a puente y escribo porque ya toca
Es curioso que hace dos meses comencé este blog aprovechando un puente que pasé en casa y en el que estaba más aburrida que una ostra; hace un mes hubo otro puente en el que no escribí porque no estuve en casa y, hoy, estando again de puente (aunque para mí no lo ha sido pues me ha tocado trabajar), vuelvo a aprovechar para escribir. Como en su momento no lo hice y alguno ya me reprochó (y vaticinó) que podía sentarse a esperar tranquilamente para enterarse de mi escapada, os relataré ahora un poquito de a lo que me dediqué durante el puente de
Creo que fue el último día que asistí porque encontrar a nativos no españoles era una tarea cada vez más ardua y no le veía mucho sentido a estas “sesiones”. Pero esta vez hubo algo que me traje a casa: un papelajo con una recomendación que un leonés me hizo (en inglés, eso sí):
El dichoso papelito ha estado meses y meses y meses encima de mi mesa sobreviviendo a esporádicas limpiezas profundas de papeles acumulados esperando a ser leídos, clasificados o, simplemente, ser tirados a la basura.
Pues bien, hace un par de semanas una amiga y yo conseguimos poner de acuerdo nuestras agendas y quedamos para tomar algo a la salida del trabajo. Nos conocimos hace ocho años en Oxford y en todo este tiempo sólo nos habíamos visto dos veces. ¡Dos veces en ocho años! Y vivimos en la misma ciudad… No hay excusas, ¡no tenemos vergüenza!
Después de ponernos al día de nuestras respectivas vidas, empezamos a hablar de hacer una escapada juntas y en esto que vino a mi mente el famoso papelito recordatorio de la fiesta de Balboa.
Propuse irnos a por unas cuantas castañas a León y ante la aceptación de la idea, allá que nos lanzamos a buscar alojamiento por la región de El Bierzo.
El resultado fue que la primera noche la pasamos en el Hostal Parador de San Marcos de León. Ná, un hotelito de mala muerte (tan solo 5* Gran Lujo)…
No es que seamos ricas pero aprovechamos la oferta “Tarifa única” de Paradores, que deja la habitación doble a un precio muy asequible. Nos dimos el capricho y pernoctamos en el parador más caro de España (junto con el de Santiago de Compostela).
Tras visitar la ciudad de León (de la que ya hablaré en otro momento), nos fuimos hacia el Oeste de la provincia leonesa y nos aposentamos en el Hotel Ambasmestas. Un sitio muy cuco de turismo rural que nos hizo de campamento base para el fin de semana.
Y como esta introducción ha quedado suficientemente larga como para no ser una introducción, a pesar de tener que haber publicado esta entrada hace semanas (cuando la escribí) y aunque lo hago hoy con mucho retraso y sentimiento de culpa, será otro día cuando os cuente a qué es a lo que fuimos a las tierras bercianas. ¡¡Buenas noches!!
07 diciembre 2009
Preparada con un casco y unas cuantas tiritas
Vuelvo a dar señales de vida por el mundo bloguero para plantearos una cuestión por la que seguramente me caigan unas cuantas piedras a la cabeza.
Una vez dijo alguien que la crisis afecta más a aquellos que siempre han tenido dinero porque se encuentran con que no tienen trabajo y tampoco pueden vender ninguna de sus miles de posesiones (mansiones, yates, coches, joyas…) porque no hay nadie que se arriesgue a comprar. Animalitos, tendrán que posponer unos meses sus vacaciones en las Seychelles o comprarse un Porsche que corra un poco menos… Mientras, los pobres están acostumbrados a sobrevivir y a hacer malabarismos con la nómina. ¡Válgame dios! ¡Cuánto revuelo por unos cuantos pobres!
En fin… Está claro que no estoy a favor de la opinión de esta individua pero ¿qué pensarías de alguien que, en estos momentos de debilidad económica, puede darse con un canto en los dientes por que tiene trabajo pero, a la vez, sólo espera a que la despidan para poder cobrar la indemnización y el paro que la permitan escapar en busca de algo mejor?
15 noviembre 2009
El que avisa no es traidor
Si bien es cierto que empecé esta andadura redaccional y digital diciendo que “nunca me he visto con ánimos como para empezar ni un diario tradicional […] ni un blog”, esto no es completamente cierto.
En cuanto a los diarios tradicionales, tuve uno hace unos años; pero el pobrecillo apenas sobrevivió una corta temporada. No sé si por falta de ideas (realmente no creo que fuera eso) sino más bien por miedo a que alguien pudiera encontrarlo y enterarse de lo que circula por mi cuerpo y mente (al menos en un blog estás segura de hasta donde la gente puede acceder a ti). Y otra de las razones para dejar el diario de papel creo que fue mi dejadez mezclada con mi verborrea. Es decir, que puedo estar semanas y semanas sin decir ni pío pero cuando me pongo… échense a temblar. Mis palabras se convierten en infinitas y, me imagino, para los demás, inaguantables. En este caso, como era en papel, nadie se aburriría de leer más que yo, pero mi mano decía ¡basta!
Y por otro lado, también he de confesar que empecé un blog hace meses (y meses). Y el animalillo duró… un día. El día de la inauguración. Bueno, en realidad ha estado durmiendo el sueño de los justos desde entonces pero ya me encargué de sacrificarlo para que no sufriera más. Obviamente no le hablé a nadie de su existencia porque total, no había nada que leer.
Lo que os digo, mi inconstancia y que, encima, no es que tenga mucho tiempo libre (soy chica multitarea, pero eso muchos ya los sabéis) harán que las temporadas de sequía se alternen con los post eternos. Lo he avisado así que ¡no me regañéis por no escribir!
Recemos por que algún día alcance un equilibrio.
10 noviembre 2009
El final del largo camino
Una vez aquí todo siguió más o menos como siempre. Y digo más o menos como siempre porque durante este curso tuvimos menos clases presenciales y pude hacer, podría decir que hasta para alegría y tranquilidad de mis compañeras, unas prácticas en la Agencia EFE. No tengo miedo a reconocer que apenas aprendí nada allí durante los tres meses que pasé en el Archivo fotográfico y que tienen tanta jeta que no son capaces de pagar a los becarios ni el abono transporte.
09 noviembre 2009
4º año, ¡esto no se acaba nunca!
Bueno, creo que va siendo hora de poner fin al la “semana UC3M” que, en mi caso, se ha convertido en el “mes UC3M”. Prometo que todos los días me he estado fusilando a mi misma con “¡que vergüenza! ¡Otro día sin postear nada!”.
Intentaré resumir brevemente el final del suplicio carlesco:
A partir de 3º, en vez de ausentarme de clase para contestar el teléfono, directamente empecé a faltar las primeras horas. Al principio simplemente llegaba tarde (tengo un serio problema con los despertadores, no hay ninguno hecho para mí) pero después ya no hacía mucho por llegar a las 9. Y para un día que “me caí de la cama”, una señorita tuvo a bien no mirar el espejo retrovisor y se empotró contra mi coche mientras me encontraba aparcando. Así pues, ese día volví a llegar tarde a clase pero con un parte de accidente bajo el brazo. Moraleja: Nunca mais volver a aparcar en el parking de la universidad cuando llega todo el mundo.
Por otro lado, no sé en qué punto de la carrera me presenté al examen de inglés (un examen obligatorio con el que obtener una serie de créditos inútiles y para el cual no había docencia, uno ya tiene que venir aprendido de casa) pero sí recuerdo el estúpido requisito de necesitar haber superado 4º (supongo que ahora será 5º) de
Hablando de idiomas, este año (2006-2007) decidí cambiar el francés por el árabe, un idioma de mucha menos categoría que el français pero de igual o superior dificultad de pronunciación y gramática (por no hablar de lo que más lo caracteriza: los gurrapatos que forman el alfabeto). De este modo mi agenda pasaba a tener dos días a la semana alemán, dos días a la semana árabe y dos días a la semana danza. Recuerdo con “cariño” los miércoles, día ligero en el que a la misma hora (5:30pm) acababa la clase de danza en Getafe y comenzaba la de árabe en Nuevos Ministerios (separados por unos 30-40 minutos de distancia). Era mi tercer curso bailando y no estaba dispuesta a dejar nada.
…
Ahora mismo estoy pensando en que tengo todavía menos memoria que un pez, que ya debe ser difícil, pero no recuerdo apenas nada de los dos últimos cursos.
Recuerdo a un señor que nos hablaba de cine de una forma incomprensible, con unos palabros que ni en el diccionario aparecían (y que ahora resulta ser el Vicedecano de Com. Audiovisual); recuerdo a otro señor que vio en nosotros un futuro como pedagogos ya que toda su participación fue decirnos como se llamaba y explicarnos que la asignatura la prepararíamos e impartiríamos nosotros mismos a nuestros compañeros; recuerdo a una señorita que se hacía llamar vicedecana de la carrera conjunta (ya era hora de tener a alguien que nos representara después de tres años y medio) quien, tras exponerle nuestras quejas acumuladas, se excusó con un “sois un grupo experimental y problemático”. Dimitió un año después.
Y hasta aquí puedo leer. Acabé, por cuarto año consecutivo, hasta los mismísimos y decidí poner tierra de por medio.
26 octubre 2009
El año del mal
La segunda parte de la carrera comenzó con nuevos compañeros y un nuevo “aula”: el zulillo. Aquel minúsculo espacio sin ventanas parecía pensado justamente para obligarnos a establecer nuevas relaciones sociales. Habían construido el edificio expresamente para las carreras de Periodismo y Com. Audiovisual (y la conjunta) y no había aulas suficientes para todos… Bien diseñado el edificio, sí señor…
La verdad es que de 3º tengo poco que comentar. Fue el peor de todos y estoy en proceso de aniquilarlo completamente de mi mente.
Básicamente recuerdo que por primera vez fui a septiembre:
- Suspendí una (Estrategias empresariales, o algo así). Me enteré de mi primer suspenso estando en El Cairo, lo cual terminó de amargarme el fin de mi viaje (y menuda la que me esperaba durante las siguientes semanas-meses en lo que a situación sentimental se refiere).
- No me presenté a un examen por primera vez en mi vida (Filosofía Política). Decidí dispensar porque me suspendieron una práctica y eso significaba un examen extralargo que no estaba en condiciones de afrontar. A esto había que sumarle que no tenía ni idea de la asignatura, me importaba un carajo el temario y, encima, el hecho de ir a la revisión de la práctica y que una paloma se estampara contra el cristal del despacho no me pareció un buen augurio.
- Me mandaron a septiembre con otras dos asignaturas. En mi conciencia no las considero suspensas sino que como todo buen paso por la universidad, éste no está completo si no sufres el “es que tengo que mandar a alguien a septiembre pero no te preocupes, con un poquito de estudio, pasas sin problemas”. Y a mí todavía no me habían tocado las narices con esta regla no escrita en ninguna parte así que el destino quiso que fuera en este fabuloso año:
- Una me “suspendieron” teniendo de media un 6.5 (aunque era obligatorio aprobar examen y prácticas, más tarde una descubriría que los que hacían una mierda de prácticas pero habían sacado un cinco en el examen pasaban por “haber trabajado durante el curso”, como si los demás no nos esforzáramos para hacer un examen…). Para septiembre no abrí ni un libro ya que sabía que el soplagaitas no iba a cambiar el examen y… ¡premio! No cambió ni la fecha de la hoja del examen de junio.
- De la otra asignatura… no sé ni siquiera si merece ser nombrada: Radio “algo”. El sujeto encargado de iluminarnos con su sabiduría únicamente nos dio un folio de apuntes (mecanografiado y por una sola cara). Según él, mi examen estaba perfecto excepto por la pregunta de teoría… (sí, para la que sólo había que estudiar un folio). Y es curioso porque según me lo decía resonaba en mi cabeza el lema con el que a todos los profesores se les llenaba la boca: “sois la élite de las universidades” (por la nota de corte necesaria para conseguir plaza en esta carrera en ”la pública diferencia”). De estar en la élite pasaba a ser una idiota incapaz de estudiar un folio…
En fin, si algo bueno salió de toda esta temporada es que me marché solita a Egipto a ver a unos amigos (lo que me trajo algún que otro problema en casa), allí conocí gente fabulosa y pude ver El Cairo desde un punto de vista privilegiado. Mientras, en Madrid, me asentaba en mis clases de danza donde he hecho amigas inmejorables con las que sigo bailando.
Por las tardes también iba a clases de alemán y francés y los sábados estuve una corta temporada descubriendo los misterios del revelado de imágenes en un laboratorio. En verano una compañera me dijo que hacía mal en irme de vacaciones ya que estando en tercero ya debía empezar a buscar prácticas (como hacían las demás). Pero yo había tenido bastante “periodismo” por una temporada y no iba a perdonar uno de los pocos caprichos que me doy a año. Así pues, me fui de vacaciones a China durante 17 días y me traje un nuevo amigo para completar mi lista de amigos no nacionales. Sí, soy la oveja negra pero ¡a mucha honra!
En septiembre aprobé todo y a las pocas semanas, ¡vuelta a empezar!
25 octubre 2009
Primer ciclo de sufrimiento
Si por algo recuerdo mi paso por la universidad Carlos III es porque apenas guardo recuerdos de ella. Todos los que me conocéis sabéis que tengo una memoria chiquitisca y únicamente almaceno las cosas importantes. Esto quiere decir que de asignaturas y profesores me acuerdo bastante poco. Memoria selectiva lo llaman.
Podría resumir primero de carrera en cuatro palabras: “¿Qué pinto yo aquí?”. Como ya conté, me decidí a estudiar Comunicación Audiovisual y, por el módico precio de un año más, también Periodismo. Los jerifaltes de la universidad tuvieron a bien separar a los alumnos de la carrera conjunta y el azar quiso que fuera de las últimas de la lista a quienes les tocó con el grupo de Periodismo. Justo el bando que no quería (lo siento chicas, pero esto ya lo sabéis de siempre). Todo iba enfocado a la redacción y poco a cómo mostrar las cosas visualmente. De ser una chica a la que le gustaba estudiar, que prestaba atención a los profesores, aplicada, etc. pasé a pegar cabezadas en clase y pasar de todo. Y estábamos en primero…
Nos mandaron leer libros de los que ya no recuerdo ni el título. Os lo juro, sé que leímos a Proust, Beckett, Kafka, Saramago y a otro puñado más pero sólo recuerdo, y vagamente, “Memorial del convento” (será porque había estado en el edificio del que habla la obra y en mi cabeza esa historia cobraría más vida que el resto). También puede tener que ver que me leí seis o siete libros de los obligatorios en las tres semanas de Navidad…
Ya no recuerdo en qué curso tuvimos Historia de España y Geografía humana pero sí sé que aprobé porque directamente dejé a un lado los apuntes de clase y me estudié los de Bachillerato (y con Geografía conseguí una de las notas altas, si no la más, de toda la carrera –junto con la asignatura de
Vamos, que unas cosas me parecían una tomadura de pelo (no aprendíamos nada) y otras no me interesaban mucho. Me quedé en la carrera rezando por que el año siguiente fuera mejor. No me hernié y aprobé todas a la primera. En mi casa alucinaban. No sabían si era que yo era muy lista (porque me veían que no hacía ni el huevo) o que, verdaderamente y como les decía, la universidad no era para tanto.
Segundo fue por el estilo. Lo único que me llamaba la atención era Fotoperiodismo (por fin alguien me enseñaría a usar una cámara réflex) pero todo se quedó en “Historia de la fotografía”. Que aún así me gustó, más que nada por ser algo relacionado, pero que me defraudó por no recibir lo que esperaba.
Así que segundo también pasó sin pena ni gloria y al curso siguiente “alguien” decidió que ya era hora de juntarnos con quien nos correspondía. Esto significo un descenso drástico en el contacto con la mayoría de compañeras de clase, quienes, con cariño pero con cachondeo, me habían apodado “Lara Croft”. Mis escapadas matutinas para contestar el teléfono (quien me llamaba no era sino mi madre para darme los buenos días y asegurarse de que había llegado sana y salva a clase, que Getafe dista mucho de Villaverde) les hizo dudar de mi identidad. ¿Sería que tenían en clase una aventurera que cada día tenía que salvar a
23 octubre 2009
Todo comenzó hace 8 años
Aprovecho los últimos minutos de mi jornada laboral para intentar estrujar mis neuronas y sacar algún recuerdo de mi paso por la universidad que sea digno de contar. No, no es que haya habido un cataclismo y no tenga nada de hacer pero son las siete menos veinte de la tarde ¡¡de un viernes!! Ya no son horas de trabajar en nada.
Podría empezar hablando de cómo aterricé en
No sabía qué estudiar, me gustan demasiadas cosas pero quizá ninguna lo suficiente como para decir “quiero dedicar mi vida a esto”. Y como dice el título del post, hace 8 años que comenzó la batalla que me ha llevado hasta el día de hoy. Todo comenzó en 2001. Justamente el famoso-fatídico día 11 de septiembre. Estaba en primero de Bachillerato y me tiré un día y medio en el despacho del psicólogo porque no era capaz de decidirme siquiera si meterme a ciencias o a letras (me encantaba la biología y el latín, el dibujo técnico y la historia… Cosas incompatibles como sabéis). Después de casi dos semanas yendo y viniendo de una clase a otra, me decidí por mixtas (latín, matemáticas, Hª del arte, economía…); así que viendo esto, os podéis imaginar mi sufrimiento para decidirme por la carrera.
La elección de la universidad era lo de menos. Lo importante era la cuestión de a qué dedicar los siguientes cinco años. La importantísima decisión fue tomada en el Cercanías que me llevaba a
Al final opté por
Seguro que estaréis pensando “¡Qué plasta! Deja de hablar de tu vida y cuéntanos de
Bueno, de momento os doy un respiro y lo dejo para más tarde, que es hora de irse a casita. En la próxima entrega prometo que ya me meto de cabeza en el tema de
16 octubre 2009
Blog Action Day '09
Hace unos días una excompi de clase me invitó a participar en el Blog Action Day'09, algo así como una quedada bloguera en la que cada año se propone un tema sobre el que hablar. Este año toca el cambio climático. Algunos dirán que ya se me ha pasado el día en cuestión para dar mi opinión pero alego en mi defensa que, aunque en donde me encuentro son las 01:45 del día 16, todavía muchos países están disfrutando del sol del 15 de octubre. Así pues, habrá que decir algo.
Cuando pienso en reciclaje me viene a la mente mi estancia, hace un par de años, en Irlanda. Y cuando nos anuncian en las noticias que nos suben los impuestos sobre la recogida de basuras, pienso en Irlanda (sí, pienso en mi amada tierra verde muchas veces pero en este caso en concreto no lo puedo evitar). ¿Por qué pienso en la isla esmeralda? Fácil. Allí no pagan impuestos por las basuras.
Os voy a explicar cómo se lo montan los amigos irlandeses para pagar lo justo por deshacerse de su “mierda”:
Cuando uno aterriza en Irlanda una de las primeras cosas que te sorprenden (aunque tiene toda su lógica) es que no pagan factura de agua. Algunos te preguntan que si en Irlanda cuando abres el grifo sale agua o Guinness. Bien, cerveza negra tienen para exportar (y anda que no lo hacen) pero el agua… aaaah… eso son palabras mayores. Podrían inundar el mundo con todo lo que tienen. Supongo que por eso, para qué gravar a sus ciudadanos por algo de lo que nunca tendrán escasez. Pero lo que uno no sabe, hasta que se va a vivir a una casita y hay que hacer todas las labores domésticas, es que tampoco pagan impuestos por las basuras. Esto no quiere decir que no paguen nada pero cada uno paga dependiendo de lo que genere. Y si uno está medianamente concienciado con el medio ambiente y anda justo de dinero, el método irlandés le parecerá caído del cielo.
Me explico. Allí (al menos en Dublín) no puedes tirar tus bolsas de basura cualquier día: cada zona de la ciudad tiene asignados unos días concretos. Además, en las calles no hay cubos de basura, por lo que tienes que dejar, sólo el día que te corresponde, la bolsa en la puerta de casa (aunque en los bloques de pisos sí suele haber contenedores comunitarios). Para que los señores basureros se lleven tus bolsas es necesario comprar una pegatinita (este es el impuesto que pagan) por cada bolsa que tengas. A mí siempre me pareció un método curioso puesto que cuanto más grande sea la bolsa, menos pagas :D . Y siempre solía decir, “esto sí que es tirar el dinero a la basura”, porque, a ver, estás pagando por un papelito que va a ir directamente al basurero.
Me podréis decir que al final es un sacacuartos en forma de sticker pero es que tienen otro secretillo: ¡Lo que se recicla no se paga! Todo aquello que se separa para reciclar no necesita de pegatina alguna. Es un poco tostón porque lo que no metemos en la basura general hay que llevarlo a los centros de reciclaje (algo así como nuestros “puntos limpios” pero para todo lo reciclable) que hay por la ciudad. ¿No digáis que no es una buena idea? No cuesta ningún esfuerzo (bueno, he llegado a ver que algunos son muy tiquismiquis y hasta abren los tetrabrik de la leche para lavarlos con agua y jabón), no sufres los olores nauseabundos de la basura almacenada y muchas veces rebosante en los cubos, haces un bien al medio ambiente y, encima, ¡ahorras dinero!
Yo, desde entonces, no he vuelto a ver a los basureros, cubos e impuestos de basura del mismo modo. Por favor, que alguien proponga esto a nuestros señores políticos; aunque dudo que en este país ninguno de ellos vaya a renunciar a tan suculenta cantidad de dinero con la que comprarse trajes o lo que Dios quiera que cada uno haga.
En fin, quería hablar también de la reducción en el uso de bolsas de plástico (en el 2002 Irlanda fue el primer país en establecer un impuesto (de 15 céntimos, ahora algo más) por cada bolsa de plástico que te dieran en las tiendas y parece ser que se ha reducido el uso de éstas en un 90%) y del reciclaje del aceite (esto último no tiene nada que ver con métodos irlandeses) pero creo que el post ha quedado suficientemente extenso como para que alguien se llene de angustia y ganas de pisarme los dedos a partes iguales ;) . Lo reservaré para otro día en el que no tenga nada mejor de que hablar.
13 octubre 2009
Pedazo de “planning”
Lo que se presentaba como un tranquilo (y aburrido) puente del Pilar ha acabado siendo casi una pesadilla de tres días. El plan “molón” que quisiera haber encontrado el sábado no llegó y amagó con convertirse en un sábado-noche en casa. ¿Qué triste, no? La buena noticia es que al final salí de casa pero la escapada se limitó a una tranquila cena con mis padres (única compañía que se presagiaba para todo el puente) en un restaurante tailandés.
El domingo no pintaba mejor y, efectivamente, me pasé todo el día del Señor en el sexto piso de mi edificio de mi calle. Únicamente salí para cenar con mis padres, otra vez. En esta ocasión acabamos en el Ribs de Parquesur pero tal era mi desgana que apenas tenía apetito (cosa rara en mí). Mi madre para intentar animarme nos invitó a tomar después un café irlandés cerca de casa. Pero ni el intento de recordarme a mi querida Irlanda consiguió subirme apenas la moral. Sólo quería volver a casa y seguir haciendo “nada”.
Ya sé que cuanto menos haces, menos quieres hacer y más te apalancas pero cuando uno se tira la semana trabajando mil horas sin pasar por casa nada más que para cenar y dormir, los fines de semana pueden ser (y tienen que ser) el momento de liberación. Viendo mi trayectoria, pasarme un puente en casa es, cuanto menos, extraño. Y tanto me han acostumbrado a salir cada cierto tiempo que llega un momento en que lo necesito como el aire. Para algunos esto será de niña caprichosa pero para mí se ha convertido en una necesidad, la cual no necesita de enormes distancias para ser satisfecha. Una salida a la sierra me cura las penas por una temporada.
Ahora bien, no sé, pero el rumbo que está tomando mi vida no me gusta un pelo y el apalancamiento general que me rodea me está matando demasiadas neuronas. A veces mi pereza y otras el “esto pasará” consiguen que no haga nada para solucionar ciertas situaciones pero va siendo hora de ponerse las pilas y empezar a buscarse la vida.
No ha sido gran cosa pero hoy he dado un minúsculo pasito. No quería volver a salir de paseo con mis padres para que me brearan a preguntas de por qué no salgo con fulanito, por qué no llamo a menganito, etc. etc. y en vista de la falta de otra compañía, he cogido el coche y me he ido al Parque del Manzanares, una especie de (parque) Juan Carlos I pero con vistas a la ciudad (en este recinto es donde está también
La tarde ha vuelto a ser de lo más “tonta”, tirada en el sofá viendo la “caja tonta”. A media tarde a mis padres les ha picado la curiosidad de qué es lo que divisa cada día
Ahora se ha acabado el puente y, gracias a Dios como dirán algunos lectores, este post.
Take it easy!