27 octubre 2010

27, ¡oh dulce 27!

Nunca me lo había planteado como “número preferido” (suelo decir el 7 o el 4) pero el destino quiere que los días 27 tengan que estar marcados como “día clave” en mi calendario. Y, de momento, con buenas noticias. 

Hace unos días os citaba dos ejemplos. Os dejo a continuación éstos y otros eventos de mi vida que han tenido lugar con tan ilustre coincidencia:  

-          Nací un 27 de julio de hace 25 años.
-          El 27 de noviembre de hace también unos cuantos años ya se casaron mis padres.
-          El 27 de septiembre de 2008 se casó mi prima.
-          El 27 de junio de 2009 se casó una amiga de Ciudad Real.
-          El pasado 27 de septiembre de 2010 me despidieron del trabajo. Por fin logré salir de la empresa infernal.
-          Y hoy, 27 de octubre de 2010, he comenzado en un nuevo trabajo. De becaria, cierto, vuelvo para atrás pero avanzo hacia adelante.


Espero que no se rompa mi particular tradición... 
Take it easy!

   

26 octubre 2010

Vuelta al infierno (Porque a veces el paro da la felicidad 2ª parte)

Continúo con la historia:

El siguiente problema que se le presenta a la chica viene al reincorporarse. Para sus jefes ella se ha convertido en el enemigo número uno. La consideran una espía del administrador concursal y hacen todo lo posible por aislarla de todo lo relacionado con la empresa. No se podía imaginar que la gente con la que había estado trabajando pudiera ser tan rastrera como para dejarla sola en un local putrefacto, utilizar su email desde otros ordenadores, firmar en su nombre y darle órdenes mientras que ellos ya fueron despedidos de mutuo acuerdo con la empresa para seguir trabajando ilegalmente y, al mismo tiempo, estar cobrando el paro. Y cuando se rebela y planta cara tienen la desfachatez de decirle con palabras literales que se tranquilice porque le va dar “un yuyu y les va a meter a todos en un problema. Y que con el pan de sus hijos no se juega”... Pero con el pan y la salud de ella sí, claro…

Así que lo siguiente fue mantenerla en ese mismo local soportando humedades y animalitos de toda calaña porque el servicio de limpieza no pasaba por allí desde hacía cinco meses… Más de una y de dos veces tuvo que escuchar: "No hay trabajo, no te puedo dar nada para hacer así que como tienes mucho tiempo libre, limpia tú. Tienes dos manos, coge una escoba y barre". No more comments al respecto.

Además, incomunicada totalmente porque cambiaron su dirección de email y el teléfono no funcionaba casi nunca porque no pagaban las facturas…

Antes de ser despedida se le dijo que la empresa cerraría en agosto y que ahí debía coger sus vacaciones. Y así las organizó ella. Pero como hay que dar por ahí mismo un poco más (perdonen si me empiezo a poner violenta pero hay cosas que claman al cielo), a una semana de irse le comunican que no, que en agosto tiene que trabajar. Que si quiere puede irse los fines de semana… Woww, faltaría más… ¡Qué detalle por parte del empresario…!

Pero resulta que la muchacha ha salido un poco rebelde. Ya no está dispuesta a tolerar más. Por las buenas, perfecto. Por como es por las malas… Se ha convertido en un hueso duro de roer y cuanto más le aprientan las tuercas, más ganas tiene de resistir. Escribe un comunicado a la empresa (que una vez firmado por el jefe también hace llegar al Señor C) informándole de que según el Estatuto de Trabajadores está en su derecho de elegir la fecha de la mitad de sus vacaciones y que, además, con tan poco preaviso le es imposible anular un determinado número de días sin incurrir en costes. Total, que se va a ir de vacaciones medio mes. Y el resto de días, ya que “preferentemente se disfrutarán en el periodo estival” y no puede ser en agosto, se los cogerá en el mes de septiembre.

A la vuelta de sus vacaciones de agosto, la muchacha vuelve a recordar a sus superiores que en septiembre se cogerá los días de vacaciones que le quedan. Y se le vuelve a negar el permiso. “¿Es que no sabes que agosto y septiembre son dos meses clave en esta compañía?”. Claro, igual que lo fue julio y que lo será octubre. Meses clave para no hacer absolutamente nada. La gente cercana a la chica le aconsejan “hacer menos”, a ver si así la despiden. El problema es que la única obligación que tiene desde que fue readmitida es abrir el local por las mañanas y cerrarlo por las tardes.

Viendo el estado de dejadez del local, la muchacha decide poner una denuncia al Ministerio de Trabajo por insalubridad en el puesto de trabajo. Y se va de vacaciones de nuevo.

A su vuelta, ¡sorpresa! La vuelven a despedir. Estamos ya a 27 de septiembre! Y en el paro (teóricamente) la dejan durante 23 días. Y aquí es donde enlazo con el inicio de la historia. El porqué del “teóricamente”. Ella está muy contenta. Es la chica más feliz del mundo en ese momento. Una chica cabreada pero feliz. Una chica que quiere ir a deguello con toda esta gente, pero feliz. No tiene que ver más la cara de esos sujetos malnacidos y se le ha reconocido una indemnización. No es todo lo que debería ser (se excusan en causas económicas) pero ella decide no demandar más. La ganancia económica no va a ser muy superior y no quiere arriesgarse a ir a una conciliación de nuevo y que la puedan volver a decir que tiene que reincorporarse al puesto de trabajo (que si tuviera que hacerlo lo haría, ya que si por joder al empresario tiene que volver, lo hará. Ella perderá tiempo pero, mientras, el empresario la estará pagando un salario y estará cotizando por ella a la Seguridad Social, con lo que, cuando definitivamente la despidan, más días de prestación por desempleo le corresponderán). Ella sólo quiere que le den lo que le corresponde. Pero parece que tampoco. Los impresentables no le pagan, le regatean días de vacaciones que no ha disfrutado y no le dan los papeles para poder ir al INEM a solicitar la prestación. De hecho, tiene que acudir a estas oficinas a pedir una ampliación del plazo para presentar los papeles pues la empresa no se los da y quiere evitar tener que demandar.

Finalmente se llega a un acuerdo y pagan religiosamente. Que es, ni más ni menos, lo que tenían que haber hecho desde un principio. Pagan lo que corresponde y se la manda a casa alegremente. Le habrían ahorrado disgustos y ellos se habrían ahorrado disgustos y mucho dinero, que es lo que más les importa.


Ya sé, ya sé… ¿cómo es posible que haya aguantado todo eso? Muchos, por no decir todos, me habéis dicho que lo deje, que me vaya, que me busque otra cosa porque eso no se puede tolerar… Tenéis toda la razón pero así es como funciona el mundo. Si los buenos se dan por vencidos, los malos ganan. Hay una frase lapidante de Edmund Burke que dice: Lo único necesario para el triunfo del mal es que los buenos no hagan nada. Y como yo ya no tenía nada que perder excepto un montón de tiempo y mi empleo (que ya estaba perdido), pues decidí resistir.

Sin más decir que espero que esto pueda ayudar a alguien.


25 octubre 2010

Y porque a veces el paro da la felicidad (y no sólo por chupar del bote)

En el anterior post comentaba que estaba en el paro “teóricamente”. Iba a haber puesto que bien happy que estaba de engrosar las listas de desempleados pero lo que no me hacía gracia era el “teóricamente”.

No es que quiera contaros mi vida pero hace tiempo La mujer del médico dijo por aquí que quien no quisiera su puesto de trabajo debía echarle narices y dejarlo para aquellos que sí lo quisieran. Desde entonces quería hablar de este tema, de porqué no lo dejé antes, pero he querido esperar a ser “libre”. No le quito la razón a nuestra amiga pero hay circunstancias que te obligan a resistir. En la mayoría de los casos son las obligaciones económico familiares pero de lo que quiero hablar hoy es de cuando la empresa te putea para que te vayas por propia voluntad. Y es que hay gente con muy mala sangre que no sabe perder. Y la lástima es que no haya suficiente gente (por las razones que cada uno tenga) que plante cara.

Empiezo por el principio para que quede todo más claro. Una joven muchachita recién licenciada encuentra un trabajo a jornada completa y, durante un año, se entrega a sus tareas en cuerpo y alma, haciendo muchas horas extras (no remuneradas, por supuesto), sustituyendo a compañeros cuando éstos se van a desayunar o porque ellos no tienen ni idea de cómo hacer determindas cosas. ¡Hasta ejerce de Recursos Humanos buscando trabajadores para la empresa! En fin, realizando un montón de tareas no propias de su puesto con tal de quedar bien y de que su contrato temporal se convierta en indefinido (es lo que tiene la juventud, que queremos comernos en mundo y corremos el riesgo de atragantarnos).

Pues bien, por temas que no vienen al caso la empresa se va a pique, algo nada nuevo hoy en día, y se prepara para entrar en concurso de acreedores. En espera de que llegue un administrador concursal (llamado popularmente por nosotros, “señor C”), en diciembre del año pasado se empieza a despedir a gente (es en ese momento cuando me quejaba de mi situación laboral y eso que no era ni por asomo parecida a lo sufrido los últimos meses). Con el tiempo, la pobre muchacha se queda sola en la empresa. Tal cual. Sola. Eso sí, recibe por teléfono o email (apareciendo ella como remitente de esos correos pues le han duplicado su cuenta para que “nadie” pueda enterarse de los tejemanejes que se están haciendo en la sombra) órdenes de sus antiguos superiores ordenándole (según ellos, ayudándola con) lo que tiene que hacer. Muchas promesas de que ella también va a ser despedida con las mismas condiciones que los demás compañeros (45 días por año trabajado, bla bla bla). Pero el día no llega y ella sigue completamente sola durante ocho horas en un local de mala muerte. ¡Ah! Y le deben casi tres meses de salario… En mayo decide ponerse en contacto con el administrador concursal (que es quien dirige la empresa, los dueños/socios ya no tienen poder para hacer nada si no hay una firma de este Señor C) para enterarse de cuánto tiempo le queda y de cuándo va a cobrar (ya que de eso nadie le habla). Y esto es como en las pelis, al que tiene información se lo cargan para que no pueda abrir el pico: sus jefes se enteran y automáticamente es despedida. Uhhmmm… curioso…

En la carta de despido se le acusa de copiar información sin permiso y no se le reconocen ninguna indemnización (lo del despido con las mismas condiciones que a los demás se ha borrado de un plumazo). Obviamente la muchacha no está de acuerdo y acude al SMAC a presentar una papeleta de conciliación para que se le reconozca la improcedencia del despido y le paguen la indemnización que le corresponde.

Su abogado llega a un acuerdo con la empresa pero llegado el día de la conciliación el Señor C se niega a firmar el acuerdo que le presentan. El despido no es válido pues él no lo ha autorizado y, por tanto, se niega a pagar nada. Ofrece a la muchacha volver a su puesto de trabajo. A ella no le queda más remedio pues, sino, se va a casa sin indemnización ni derecho a cobrar el paro.



Y para que esto no quede excesivamente largo, mañana os cuento la segunda parte de la historia: La vuelta al infierno.

   

11 octubre 2010

Porque a veces parece que el tiempo no pasa

Uuuups!!
Hace dos días que el blog cumplió un año de vida y ni me acordaba… No quiero felicitarme porque no estoy muy orgullosa de lo conseguido. He ido publicando cosillas a trancas y barrancas y no estoy satisfecha. No es lo que pretendía cuando la andadura comenzó. De hecho, me he percatado de este “cumpleaños” no por haber entrado a actualizar sino porque ha sido esta noche cuando verdaderamente me he dado cuenta de que mañana es fiesta. Es decir, que “estamos de puente”, igual que hace un año. Y cumpliendo con mi tradición, parece sólo escribo en los puentes…

Y “me he dado cuenta de que mañana es fiesta” porque para mí no lo es. Llevo en el paro “teóricamente” dos semanas así que no me he tenido que preocupar de pedir el día en el trabajo. Ya explicaré en su momento el porqué de estar en paro “teóricamente”. Simplemente quería recordar que hace un añito y un día decidía comenzar esta página.

Y cuando digo que el tiempo no pasa es también porque ahora me encuentro como hace dos años. Hace dos años, el 25 de septiembre de 2008 presentaba mi proyecto fin de carrera. Y el 27 de septiembre de 2008 se casaba mi prima. Ése era el día clave. A partir de ese momento era libre. Nada tenía por delante más que buscarme la vida, un trabajo y un futuro. Pues bien, justamente el pasado 27 de septiembre de 2010 me despidieron. Así que, igual que hace dos años, ahora no hay más que mirar hacia adelante. Will I see my thoughts take shape? ¿Tomará forma el plan que tenía pensado en aquel momento y que se vio trucado por un contrato de trabajo? Ya veremos… El año que viene os lo cuento.