14 agosto 2010

El tiempo en el metro

Es completamente cierto que el metro es un lugar de “reunión” multicultural. Lo utiliza gente de todos los tipos y colores y podría decirse que te puede pasar casi cualquier cosa. Como que se monte una señora, se siete a tu lado y se santígüe... No sé qué es peor si pensar que lo hace por ti o porque teme un descarrilamiento...

Antes de ayer, sin ir más lejos, me comentó un amigo que en una ocasión vio a Jude Law en el metro. Con gorra, bigote y una bolsa del Eroski... Por si había alguna duda de si era él, un par de días después estrenó una película en Madrid y allí estuvo con su bigotito pero había sustituído la bolsa y la gorra por un elegante traje.

Pero lo que más me llama la atención últimamente es el Tiempo del metro. No ya la temperatura que haya en las estaciones y vagones sino los vídeos que nos informan de la temperatura que va a hacer en el exterior. No sé quién se dedicará a redactar la “noticia” pero desde luego tengo claro que esa persona o sólo escribe para estos vídeos o le sale la vena graciosa únicamente con esta información. Más que nada porque tengo la idea ya fijada de que estos “programas” son de lo más aséptico. Para mí son en plan: “Señores, esto es lo que hay. Nos guste o no va a llover, o nos guste o no va a hacer calor”. No es algo ni gracioso ni triste. Es la naturaleza y la ciencia metereológica. Por otro lado, tampoco sé si los usuarios del metro prestan realmente atención a lo que ven, si no leen y solo se fijan en las imágenes... pero yo, ya os digo, últimamente me quedo anodadada con lo que leo en el metro. He aquí unos ejemplos recogidos el pasado mes de julio:

- Los grados seguirán cayendo como si fueran pétalos de margarita...
- Resígnate. Quizás, ¡pero solo quizás!...
- El termómetro se seguirá caldeando. Por las noches se superarán los 20ºC. ¡Abríguese! (26/07)
- Cielos completamente despejados. Ni que estuvieran pulidos (...). Así que ya ven, más de lo mismo.
- No somos Alí Baba pero iremos a por los 40ºC... (28/07)
- Las pinceladas que han adornado el cielo no son más que eso, adornos (28/07)
- Este fin de semana las temperaturas dan un repiro. Poero poca cosa, no te creas (...). Cielos despejados y un sol de justicia (30/07)
- Si va a coger el coche en agosto, ponga el aire acondicionado. Si no tiene, rece.

Lo que os digo. El periodista en cuestión es gracioso a la par que poeta.

¡Feliz fin de semana y feliz fin de agosto! ¡Me voy de vacaciones!
 

11 agosto 2010

Gilipollas

Seguro que este título atrae muchas miradas pero tranquilos, que no voy a despellejar a nadie. Simplemente quiero hablaros del origen de esta palabra.

Ya sé que últimamente estoy alcanzando grados importantes de aburrimiento pero no, no es esta la razón que me ha llevado a buscar en el pasado de este término. Lo cierto es que me llegó esta historia durante la Final del Mundial de Sudáfrica. Sí, la de hace ya unas semanas, la del gol de Iniesta y el besuco (aún tengo reminiscencias del fin de semana que pasé en Cantabria comprando quesucos, sobaucos y quesaducas jejeje) de Iker a la Carbonero.

El caso es que no sé a cuento de qué me dio mi tía una pequeña explicación del origen de esta palabra. Me ha picado la curiosidad de saber un poco más y esto es lo que he encontrado:

La RAE, aunque sí la recoge, no da al término una definición con tal. Dice que es un adjetivo vulgar y remite a la palabra “gilí”, que coloquialmente significa tonto, lelo. Este último término proviene del caló jili, inocente, cándido. El diccionario, por tanto, sólo nos hace referencia a la primera mitad del término.

Pero la segunda parte de la palabra también se puede analizar. Aunque todos pensemos de primeras en que se trata de la forma malsonante de llamar al miembro masculino (es la tercera acepción en el diccionario), polla tiene por definición, en primer lugar: “Gallina nueva, medianamente crecida, que no pone huevos o que hace poco tiempo que ha empezado a ponerlos”. También puede ser: “En algunos juegos de naipes, puesta (cantidad que pone el que pierde para disputarla en la mano siguiente)”. Y en cuarto lugar, el caso que nos interesa: “Mujer joven”.

Según Camilo José Cela, polla es sinónimo de pija y la “s” es una terminación vulgar que se añade por la forma de hablar, típicamente en Madrid pero que se ha extendido a toda España, y no con la intención que eliminar el singular.

Vamos, que gilipollas vendría de la unión de “tonto” + “mujer joven”.

El Premio Nobel también explica en su “Diccionario secreto” que “Gil es nombre que se aplica, con frecuencia, a los rústicos del teatro español primitivo”. Tiene un matiz cómico y en castellano este nombre es muy apropiado para los “zagales y pastores en la poesía”, según Sebastián de Covarrubias.

Termina diciendo el señor Cela que no piensa que el término gilipollas signifique “ser de polla tonta o tener tonta la polla, lo que podría presuponer impotencia, sino, en forma más inmediata, quiere decir tonto de la polla”. O, literalmente entendido, “tonto de la pija”. Y lo que actualmente decimos, “tonto de los cojones”.

En fin, después de esta explicación lexicográfica, os voy a contar una historia que me gusta más (y que es la que me contaron). Ma, se non è vero, è ben trovato (que aunque no puede que no sea verdad, está bien hallada).

Resulta que allá por el siglo XVI tenía el rey Felipe III un fiscal que respondía al nombre de Gil Imón de la Mota. Y en aquella época era muy habitual que a los bailes de la alta sociedad se llevara a las hijas casaderas para buscar un marido. Es decir, a las pollas, ya os he comentado lo que dice la RAE, a las muchachas (en algunos sitios, creo por Galicia, todavía a las mozas se les llama “pollitas”). Pues bien, este señor Gil tenía tres hijas (Fabiana, Feliciana e Isabel) que, según cuentan, no eran muy agraciadas además de algo tontuelas. De tanto llevarlas a las fiestas y de tan poco éxito empezó a decirse “¿Ha llegado ya D. Gil?”, a lo que se respondía “Sí, ha llegado con sus pollas”. O “¡Ahí llegan Gil y sus pollas!”.

Así es como en Madrid se empezó a utilizar "Gil y "pollas" cuando querían referirse a alguien que era “cortito de entendederas” o alelado.

A todo esto hay que decir que el tal Don Gil Imón era una persona de cierta importancia pues tiene en Madrid una calle dedicada. Está entre el Paseo Imperial y la Ronda de Segovia, cerca de Puerta de Toledo.


Pues ya está, hasta aquí la historieta de hoy. Curioso post, ¿eh?
Take it easy!