08 diciembre 2009

De puente a puente y escribo porque ya toca

Es curioso que hace dos meses comencé este blog aprovechando un puente que pasé en casa y en el que estaba más aburrida que una ostra; hace un mes hubo otro puente en el que no escribí porque no estuve en casa y, hoy, estando again de puente (aunque para mí no lo ha sido pues me ha tocado trabajar), vuelvo a aprovechar para escribir. Como en su momento no lo hice y alguno ya me reprochó (y vaticinó) que podía sentarse a esperar tranquilamente para enterarse de mi escapada, os relataré ahora un poquito de a lo que me dediqué durante el puente de la Almudena.

He de empezar diciendo que si hace tiempo me hubiera acostumbrado ya a poner la fecha en todo lo que escribo y/o apunto, ahora no estaría rebanándome los sesos intentando acordarme del inicio de la historia que os voy a contar. Pero bueno, como el tiempo es efímero, tampoco importa tanto saber cuándo empezó todo.

Fue allá en primavera que, en mi afán de seguir conociendo gente y practicando idiomas (básicamente, el inglés), me acerqué un domingo con dos amigas a un bar donde se hace lo conocido como “intercambio de idiomas”.

Creo que fue el último día que asistí porque encontrar a nativos no españoles era una tarea cada vez más ardua y no le veía mucho sentido a estas “sesiones”. Pero esta vez hubo algo que me traje a casa: un papelajo con una recomendación que un leonés me hizo (en inglés, eso sí):



El dichoso papelito ha estado meses y meses y meses encima de mi mesa sobreviviendo a esporádicas limpiezas profundas de papeles acumulados esperando a ser leídos, clasificados o, simplemente, ser tirados a la basura.

Pues bien, hace un par de semanas una amiga y yo conseguimos poner de acuerdo nuestras agendas y quedamos para tomar algo a la salida del trabajo. Nos conocimos hace ocho años en Oxford y en todo este tiempo sólo nos habíamos visto dos veces. ¡Dos veces en ocho años! Y vivimos en la misma ciudad… No hay excusas, ¡no tenemos vergüenza!

Después de ponernos al día de nuestras respectivas vidas, empezamos a hablar de hacer una escapada juntas y en esto que vino a mi mente el famoso papelito recordatorio de la fiesta de Balboa.

Propuse irnos a por unas cuantas castañas a León y ante la aceptación de la idea, allá que nos lanzamos a buscar alojamiento por la región de El Bierzo.

El resultado fue que la primera noche la pasamos en el Hostal Parador de San Marcos de León. Ná, un hotelito de mala muerte (tan solo 5* Gran Lujo)…

No es que seamos ricas pero aprovechamos la oferta “Tarifa única” de Paradores, que deja la habitación doble a un precio muy asequible. Nos dimos el capricho y pernoctamos en el parador más caro de España (junto con el de Santiago de Compostela).

Tras visitar la ciudad de León (de la que ya hablaré en otro momento), nos fuimos hacia el Oeste de la provincia leonesa y nos aposentamos en el Hotel Ambasmestas. Un sitio muy cuco de turismo rural que nos hizo de campamento base para el fin de semana.

Y como esta introducción ha quedado suficientemente larga como para no ser una introducción, a pesar de tener que haber publicado esta entrada hace semanas (cuando la escribí) y aunque lo hago hoy con mucho retraso y sentimiento de culpa, será otro día cuando os cuente a qué es a lo que fuimos a las tierras bercianas. ¡¡Buenas noches!!

1 comentario:

  1. El mes que viene, el resto de la historia :P. Total, como el tiempo es efímero...

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