La segunda parte de la carrera comenzó con nuevos compañeros y un nuevo “aula”: el zulillo. Aquel minúsculo espacio sin ventanas parecía pensado justamente para obligarnos a establecer nuevas relaciones sociales. Habían construido el edificio expresamente para las carreras de Periodismo y Com. Audiovisual (y la conjunta) y no había aulas suficientes para todos… Bien diseñado el edificio, sí señor…
La verdad es que de 3º tengo poco que comentar. Fue el peor de todos y estoy en proceso de aniquilarlo completamente de mi mente.
Básicamente recuerdo que por primera vez fui a septiembre:
- Suspendí una (Estrategias empresariales, o algo así). Me enteré de mi primer suspenso estando en El Cairo, lo cual terminó de amargarme el fin de mi viaje (y menuda la que me esperaba durante las siguientes semanas-meses en lo que a situación sentimental se refiere).
- No me presenté a un examen por primera vez en mi vida (Filosofía Política). Decidí dispensar porque me suspendieron una práctica y eso significaba un examen extralargo que no estaba en condiciones de afrontar. A esto había que sumarle que no tenía ni idea de la asignatura, me importaba un carajo el temario y, encima, el hecho de ir a la revisión de la práctica y que una paloma se estampara contra el cristal del despacho no me pareció un buen augurio.
- Me mandaron a septiembre con otras dos asignaturas. En mi conciencia no las considero suspensas sino que como todo buen paso por la universidad, éste no está completo si no sufres el “es que tengo que mandar a alguien a septiembre pero no te preocupes, con un poquito de estudio, pasas sin problemas”. Y a mí todavía no me habían tocado las narices con esta regla no escrita en ninguna parte así que el destino quiso que fuera en este fabuloso año:
- Una me “suspendieron” teniendo de media un 6.5 (aunque era obligatorio aprobar examen y prácticas, más tarde una descubriría que los que hacían una mierda de prácticas pero habían sacado un cinco en el examen pasaban por “haber trabajado durante el curso”, como si los demás no nos esforzáramos para hacer un examen…). Para septiembre no abrí ni un libro ya que sabía que el soplagaitas no iba a cambiar el examen y… ¡premio! No cambió ni la fecha de la hoja del examen de junio.
- De la otra asignatura… no sé ni siquiera si merece ser nombrada: Radio “algo”. El sujeto encargado de iluminarnos con su sabiduría únicamente nos dio un folio de apuntes (mecanografiado y por una sola cara). Según él, mi examen estaba perfecto excepto por la pregunta de teoría… (sí, para la que sólo había que estudiar un folio). Y es curioso porque según me lo decía resonaba en mi cabeza el lema con el que a todos los profesores se les llenaba la boca: “sois la élite de las universidades” (por la nota de corte necesaria para conseguir plaza en esta carrera en ”la pública diferencia”). De estar en la élite pasaba a ser una idiota incapaz de estudiar un folio…
En fin, si algo bueno salió de toda esta temporada es que me marché solita a Egipto a ver a unos amigos (lo que me trajo algún que otro problema en casa), allí conocí gente fabulosa y pude ver El Cairo desde un punto de vista privilegiado. Mientras, en Madrid, me asentaba en mis clases de danza donde he hecho amigas inmejorables con las que sigo bailando.
Por las tardes también iba a clases de alemán y francés y los sábados estuve una corta temporada descubriendo los misterios del revelado de imágenes en un laboratorio. En verano una compañera me dijo que hacía mal en irme de vacaciones ya que estando en tercero ya debía empezar a buscar prácticas (como hacían las demás). Pero yo había tenido bastante “periodismo” por una temporada y no iba a perdonar uno de los pocos caprichos que me doy a año. Así pues, me fui de vacaciones a China durante 17 días y me traje un nuevo amigo para completar mi lista de amigos no nacionales. Sí, soy la oveja negra pero ¡a mucha honra!
En septiembre aprobé todo y a las pocas semanas, ¡vuelta a empezar!